En un primer momento la voz de Lourdes te enmudece. Más tarde, te permite entrar en un universo al que sólo tienen acceso sus seguidores más fieles: el universo Russian Red. Después de escuchar y re-escuchar sus discos y ver de forma obstinada los tropecientos mil videos que existen de la cantante en youtube comprendí la verdadera riqueza de Russian Red. Lejos de la superficie en la que muchos se quedan, existe un mineral muy puro cuyo tacto te engancha sólo con acercar un poco la piel: las auto-versiones de Russi, como muchos ya la llamamos. Y es que el argumento más valido para adorar a Lourdes Hernández hasta la saciedad está en sus directos. Una vez uno se sienta en la butaca protagoniza la abertura de una puerta nueva hacia una experiencia –casi- única e íntima que es ver cómo la artista revisita sus propias canciones cada vez que las interpreta, como si fueran parte del ambiente y se agarraran al contexto sin querer despegarse.
De pronto Cigarettes pasa de ser melancolía a una melodía traviesa y campante, más tarde la inédita Loving Strangers termina con un bis de la artista que casi-casi rompe su garganta. Así, como quién no quiere la cosa ¡chas! Nick Drake pasa de la acústica a una melodía dura e inquietante protagonizada por esa eléctrica de purpurina plateada, o mi favorita The Memory is Cruel vuelve con un carácter totalmente diferente para la gira de Agent Cooper.
The Memory is Cruel: de nostálgia a electricidad
Loving Strangers: de la dulzura al desgarro
Cigarettes: convertida en una melodía traviesa
Y por supuesto, el hit más emblemático de Russian Red, Fuerteventura, cierra el círculo en cada una de sus auto-versiones. Nos convence y nos transporta a un lugar que sin duda, se encuentra lejos del sonido del disco.
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